viernes, 19 de diciembre de 2008

Vuelta de Amsterdam

Es difícil resumir un viaje tan increíble de 6 días y 5 noches en un solo párrafo. De entrada, viví la experiencia de montar por primera vez en avión (me encantó), después en tren (que nos llevaba del aeropuerto de Schiphol a la Estación Central de Amsterdam), y también en tranvía (casualidad que descarrilamos en una ocasión). Tras minutos babeando delante de la Estación Central, nos adentramos en una ciudad bien distinta a lo que conocemos aquí. Ya no solo por su bellísima y coqueta estética (que podéis ver en las tantas fotos que no he podido evitar hacer) sino en las costumbres y en su forma de hacer de los amsterdameses. Recordemos que hay ciertas cosas que están legalizadas...

No hay nada que no llame la atención desde la turística Plaza Dam al tranquilo Jordaan. Personalmente, me quedo con el Red Light District o "Barrio Rojo" (transgresor, chocante y de una amabilidad plástica), la agradable diversidad racial de sus habitantes, y cómo no, el hecho de que la bicicleta tenga preferencia sobre toda cosa que se mueva por la calzada.

Es todo una mezcla de jazz, reggae y organillo. Es una ciudad que, efectivamente, como dicen muchas guías, invita a visitarla de nuevo. Yo ya estoy deseándolo.

Un saludo!.

P.D.: me gusta más Rembrandt que Van Gogh.

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