martes, 27 de octubre de 2009

Qué lucha...

Serían las tres de la madrugada cuando me despertó un ligero temblor, como si algo enorme hubiera aterrizado al lado de casa. Cauto, me asomé a la ventana y allí estaba. Mi némesis. Sin pensármelo dos veces, fui hacia el armario empotrado, aparté la ropa de invierno que todavía no uso (por culpa del cambio climático) y cogí mi espada y mi escudo. Acto seguido, entoné un grito de guerra (bajito, para no despertar a mis padres), me lavé la cara y me peiné. No es lo mismo luchar en pijama, que luchar en pijama y aseado.

Mediría unos 5 metros de alto, vestía túnicas de blanco impoluto, usaba chanclas muy hippies y lucía una cuidada barba. Mi rival me esperaba agazapado (o eso intentaba), para atacarme por sorpresa.

- Vamos, ya no te lo curras tanto, se te ve a la legua... - dije.
- La culpa no es mía, es la dichosa estética mediterránea, con estas casas tan bajitas... - contestó mi rival, con voz celestial.

No terminó la frase, cuando ya había lanzado sobre mí un rayo ensordecedor, que haría cagarse de miedo a los mismísimos jinetes del apocalipsis. Suerte que ya lo conozco desde hace tiempo, y había preparado el escudo. Si el león grabado de mi escudo fuese real, también habría salido por patas.

- Y dale con los rayitos... ¿no sabes hacer nada más, o es que no te quieres ensuciar?.
- Mira, mortal insignificante... te diré la verdad... no, no quiero mancharme... - empezó a decir el ser.

En esta ocasión fui yo el que no le dejó terminar la frase, lanzándome contra él blandiendo la espada. ¿La espada?, se la compré a un tipo raro en un mercadillo de antigüedades. Era un tipo de esos que, cuando ya le has comprado algo, se ríe cual villano de película y su tenderete ambulante desaparece cuando te das media vuelta. De todas formas, era buena espada, ligera y afilada. El escudo es casero.

A pesar de ser una mole, mi contrario esquivaba una y otra vez mis ataques.

- Ja!, míralo, no puedes contra mí. - se reía jocoso Dios, mientras se atusaba la barba.
- Dios, nunca cambiarás... Te diviertes jugando con los mortales, ¿verdad?, de todas formas, a pesar de ser una lucha desigual, ¡no me daré por vencido!.
- No te preocupes hombre, es por ponerte a prueba, ya sabes, echar el rato...

De pronto, entre el polvo de la contienda, como extraterrestre que baja de su nave espacial, como un alien que sale de su huevo... apareció Ratzinger. Sí, Benedicto XVI. Hablaba tras un micrófono, refugiado en su indestructible PapaMóvil.

- Oh, amigos, ¿qué hacéis?... Dios, ya te he dicho que no es buena idea salir a estas horas. - dijo Ratzinger con una voz tenebrosa, distorsionada y con eco. Al técnico de sonido del Vaticano no le caía bien, seguro.
- ¿Os conocéis? - le pregunté a Dios.
- Sí, es un capullo integral y un listillo. Cree saber cómo va el tema este de los entes celestiales, divinidades, etc... pero como le ponga un solo dedo encima, me canean los de arriba, ya sabes... abuso de poder y esas cosas. A saber qué hace él por aquí a estas horas...

Entonces, un rayo de luz pasó por mi cabeza (y no provenía de uno de los ataques de Dios). Me acordé del anuncio de la Iglesia que había visto en televisión esa misma noche. Pedían ayuda económica para sus fines... ¿qué fines?, ¿esos fines oscuros que todos estamos pensando?... y no me lo pensé dos veces. Olvidando nuestras diferencias, solo tuve que darle un leve codazo en el pie a Dios. Nos entendimos al instante.

La espada de mercadillo ambulante acabó hecha añicos, pero el cristal del PapaMóvil también (era cristal anti-balas, no anti-espadas). Acto seguido, un rayo de un color blanco fulminante proveniente del dedo índice de Dios convirtió a Ratzinger en una montañita de polvo.

- ¿Ves?, no has tenido que ponerle ningún dedo encima.
- Ja!, polvo eres, y en polvo te convertirás... - le dijo Dios, con tono cervecero, a los restos del Papa.
- Bueno, por hoy ya basta, ¿no?.
- Sí, joven mortal, ya seguimos otro día. Has luchado bien. Llegarás lejos.

Y sin más, se desvaneció. No me dió tiempo a hacernos una foto. Quizás en nuestro siguiente enfrentamiento. De todas formas, aquí os dejo una captura realizada a la mañana siguiente de cómo dejamos la calle...


Puede que todo lo anterior no haya ocurrido, y que solo estén de obras en mi calle por problemas en las tuberías.

Aquí una recreación de lo que pudo pasar...

1 comentario:

  1. Bonita historia tio... cuando puedas me comenas que fumas y tal

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